Lo que llevo dentro
- Jota G
- 17 jun 2016
- 1 Min. de lectura
Tengo la misma esperanza,
la misma,
que la que tenía cuando era niño.
La esperanza es una trampa,
una treta, una excusa,
la manera de aceptar
que el caos vino como vino
y nadie supo disuadirlo.
Tengo los ojos de vidrio,
ojos, a los que impongo mis cribas,
en ellos reflejo
las lides de instintos
que recorren mi cuerpo
y estremecen mi ser
más allá del tedio de ser,
de temer o esconder...
estremecen mi ser.
Tengo en los ojos un pozo
donde oscurezco las llamas,
mis ojos marrones de madera quemada,
ceniza sumisa al viento;
vierto en ellos la calma,
reflejo con ellos la calma
y tiño con pena el sentir de mi alma
barriendo bajo la alfombra
el devenir de mi aspecto
lúgubre y astillado.
Se esconden bajo la cama los miedos,
habitan en el fondo del armario,
también,
maúllan sobre los poros de mi piel
felinos de ojos negros,
corrompidos,
que encontraron en mi
lo que en la mala suerte no supieron ver.
También en mi están aquellos
a los que se les derrumbó el techo,
se les vino encima,
ahora son jilgueros coloridos
henchidos de autoestima,
escondo en mi pecho un lugar de acogida:
bienvenidos sean en exilio,
libres de marchar cuando vean
de mi ruina.
En mi reposa un mar en calma:
veleros echan redes,
veleros recogen velas,
a veces el sol brilla,
a veces el viento llega;
cuando soplan las nubes
y a las olas se apega la niebla
entonces anhelan la tierra.
Y aunque la tristeza parezca nueva,
la tormenta que en mi arrecia,
en esperanza se queda.

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