Tierra de migajas, país de palomas.
- Jota G
- 28 jun 2016
- 2 Min. de lectura
Bienvenidos a España, un país de migajas.
Tierra de palomas donde uno elige conformarse, tierra de mucho pan y poco arte. Aquí encontrarán los mejores montes, las mejores playas; también una mordaza canalla. Las mejores plazas, donde rodear a un animal a punta de lanza con menos templanza que maña es fiesta de nación y se le arrancan las orejas... y se vitorea la matanza.
Bienvenida a España, tierra de estafa, tierra de vallas. Bienvenida sea la corbata que porte condecoraciones, que pose para la foto, bien agradecida a aduladores. Que se ahogue la esperanza en barcas entre malecones, que sangre aquel que mire la valla y salte, que muera de hambre, si salta, en la calle.
Bienvenidos a una España de la que estudiantes escapan, bienvenidas a una España donde prima tener la cara dura y la espalda ancha, bienvenido a una España de mandatarios farsantes, mandatarios astutos, ladrones de guante blanco, o rojo, o azul, o morado, o naranja.
Bienvenida a una España tolerante, donde el machismo queda ya extinto, también el racismo, el homófobo tampoco existe.
Espera... Lamentablemente, esa no es España.
En la España donde yo nací se respiran los resquicios del Franquismo, en las generaciones subsiste un nacionalismo carcomido, una hermandad difusa; ese familiar enterrado no es historia del pasado, tampoco lo es aquel que marchó en exilio.
Bienvenidos y bienvenidas a una España dormida, una España que no lucha, tierra de palomas que buscan las migajas que sobran por el suelo, migajas que sobran de un país conformista, sin espíritu ni deseo.
Bienvenidos y bienvenidas, que yo me quedo, qué remedio. Amo nuestras playas, amo las calles que me cobijan en invierno, amo a su gente a pesar de esto, amo su arte, su infinidad de extranjeros. Ojalá vieran la España que yo quiero.
Ese futuro no es mío, pero tengo fe en ello, esta gigante dormida cambiará su fondo y su forma y revolucionará el mundo y algún día dará ejemplo.
Me encuentro entre una España que llora y otra que agrada, la España que no aflora y la España irremediablemente mansa.
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