Justo a tiempo
- Belfast
- 6 jul 2016
- 2 Min. de lectura
4:20 de la madrugada. Por primera vez no son las 3:33.
Me he despertado con una congoja que apenas me deja respirar. He abierto mis ojos sobresaltada pensando que había muerto, aunque eso ya no me preocupa demasiado.
Después de todo lo que he tenido que afrontar en estos 21 años, todo el dolor sufrido y causado por mí, se asemeja bastante a 30 años en un profundo y agónico infierno.
Y muchos dirán que es la vida el más puro averno, y están en lo cierto.
¿Cuántas lágrimas hemos derramado ya y cuantas nos quedan aún por derramar?
Hago uso de mi prosa para dejar salir la esencia encerrada de la realidad, que mis sentidos conecten con todo lo que hay fuera y no me hagan presa de tus labios una vez más.
Cierro mis ojos y me imagino sentada en un prado lleno de tulipanes de color rojo, respiro el aire que me envuelve y me dejo llevar. De pronto apareces junto a mí, respirando el mismo aire y viendo el mismo prado. No sé qué significa todo esto, pero se repite en mi mente desesperadamente.
Abro los ojos y sigo aquí, en mi cama, sentada y encerrada en estas cuatro paredes que casi no me dejan espacio para poder expresar todo lo que llevo escondido bajo mi piel, todo lo que nunca te dije y que ya nunca te diré, todo lo que nunca hice y lo que jamás podré hacer.

Quise siempre decirte tanto, que al final todo se quedó en nada. Fueron demasiadas palabras que al juntarse perdieron todo su valor, pero todo aquello permanece, puede que no en tu mente ni en tu corazón, pero en algún rincón de tu ser se oculta todo aquello que una vez te di.
Y yo siempre recordaré tu mirada y tus gestos al igual que tu voz y tus palabras de aliento. Y si no te vuelvo a ver, quiero dejar constancia de que siempre te amé, hasta el último segundo de nuestra fructífera relación.
Lo único que me queda es envolverme desnuda en las sábanas viendo alguna película que me recuerde lo bonito que era estar enamorada e ir algún fin de semana a un bar cutre y pedir una cerveza bien fría y recordar cuando nos emborrachábamos y me metáis mano a escondidas y 20 pestañeos después y 4 mordidas en el cuello estábamos tan pero tan cachondos que el alma se nos salía por la boca y nos faltaba tiempo para llegar al coche.
Me he dejado llevar por cada impulso que me ha punzado el corazón. He salido a la calle y me he puesto a caminar fingiendo no saber a donde voy, pero aunque intente engañarme a mí misma, mi proposito siempre era encontrarme contigo. He intentado disfrutar del sexo de la misma forma que lo hacía contigo, Pero siempre acababa mirando al techo pensando en ti y con alguien a mi lado que no eras tú. Siempre he pensado que todo pasa por algo, y estoy segura de que todas las personas que han pasado por mi vida son la causa de un efecto mariposa.
Y tal vez, llegaste en el momento equivocado pero te marchaste justo a tiempo.
Commenti