Todo lo que uno rige

Desde antaño, todo el mundo siempre hace lo mismo, correr en círculos, dando a conocer que su camino es mejor y lo patético que es crear un vínculo con rutinas que sólo avanzan de mal en peor.

Todos saben estirar la cuerda aún siendo un girasol sin rumbo, son una singularidad y anhelan imitar al mundo, quieren respirar de mentira, sentir de mentira, colmar de mentira al mundo, y cuando se pregunten ¿quién soy yo? que nada responda, que el misterio permanezca mudo.

Yo, que he estado en el vértice del alma y me he asomado al abismo y me he quedado absorto observando el rastro de lo que ocupa el silencio, a veces pienso que no existo, que sólo vivo en sueños cortos siendo esclavo del marasmo que se inculca en mis instintos y vivir no tiene precio cuando el tiempo va despacio pero qué necio es el instinto cuando se cree infinito en el espacio, somos el mismo pensar con diferente rostro, la misma ambición, el mismo pesar, el mismo camino angosto.

Me he acostumbrado al ser humano y a su infinita presencia reflejados en un espejo de auto-complacencia, siendo todos uno, el mismo, el sinsabor que deja la progresión en un idilio, son el fin del sino, un fin con ciclo, un mar callado que espera tormentas sumiso, no existe un sol sino el ombligo sobre el que pesa la fuerza de un destino impreciso, no existe la fuerza de uno, sino el poder del conjunto, pero en qué queda el conjunto si sólo rige el pensar de uno, un pensar con semblante calcado y difuso.

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Uno no conoce el mal, uno no conoce el bien, todo lo dictan otros; uno no conoce el mar hasta que se va uno a ahogar y entonces se queda solo.

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