COLECCIONANDO CORAZONES (Capítulo 4)
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- 28 sept 2016
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Día 23-09-2013
Después de que Susana se hiciese pasar por mí y de llevar hablando todo el día con Iván, al fin nos vimos las caras. Vino a mi casa a las siete y poco, con una bolsa de golosinas (porque le dije que eran un vicio) y una lata de refresco con mi nombre, de esas que se pusieron de moda por un tiempo. Parecía que quisiese conquistarme.
Él era muy grande, me sacaba casi dos cabezas, aunque bueno, yo soy muy bajita, tampoco es muy complicado superarme en altura. Tenía el pelo castaño y un poco largo, lo justo para dejarse un medio tupé hacia el lado derecho. Tenía unos ojos grandes y marrones y una gran sonrisa que le ocupaba toda cara.
Se notaba que no tomaba mucho el sol, porque tenía la piel blanca. Daba la sensación de ser un poco tímido, pero me miraba a los ojos fijamente. Parecía el típico chico de gimnasio súper musculado, y en realidad, esa clase de personas me tiran mucho para atrás. Pero en fin, tendría que darle una oportunidad.
-Pasa, siéntate en el sofá. ¿Quieres beber algo? -No, gracias.
Saqué unas patatas para picar, porque yo me moría de hambre, lo único que había probado mi estómago en todo el día era medio sándwich mixto.
Me acerqué al sofá y me senté junto a él.
-Tienes una casa muy bonita. - Dijo mientras recorría con la mirada lo poco que podía visualizar.
Sonreí, pero por dentro me moría de la risa al pensar en lo que hubiese dicho de mi casa si la hubiese visto antes de que Susana me ayudase a limpiarla para que él la encontrase en perfecto estado y no saliese corriendo nada más entrar por la puerta.
-Muchas gracias. Y dime, ¿trabajas? -Soy entrenador personal y dentro de poco, si hay suerte, profesor de gimnasia. -¿Te gusta mucho el deporte? -Anda que no se notaba, pero no sabía de qué hablar con él y sólo se me ocurrió preguntarle eso. -Si, bastante, entreno cada día y además sigo una dieta muy estricta.
Se pasó como veinte minutos hablando de su gimnasio, sus comidas especiales, batidos de proteínas, etc. Me aburría bastante, la verdad, pero era majo. Estuvimos hablando de música, teníamos algunos gustos en común, como por ejemplo 'Queen'. En ese momento me levanté y cogí un disco para poner algo de música, nos tomamos unas cervezas y desafinamos tanto que la vecina de abajo comenzó a dar escobazos a su techo.
No pudimos dejar de reírnos, pero tampoco duró mucho, a las ocho y poco tuvo que marcharse porque tenía entrenamiento, pero bueno, pasamos un rato agradable.
Se despidió de mí con dos besos. Era guapo, la verdad, pero tenía algo que no me terminaba de convencer.
Supongo que para enrollarnos de vez en cuando no habría pegas, pero no creo que llegásemos a mucho más
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