La herida
- JotaG
- 29 sept 2016
- 1 Min. de lectura

Qué vais a contarme de heridas
si yo he visto menguar a las rocas,
desgañitadas hasta hacerse polvo,
pensando en cambiar de hogar,
pensando en cambiar de nombre,
para dejar de ser cada noche
menos roca,
menos fortín de constante soporte
y darle forma al ente
que empezó en el vientre,
en la madre
y hoy es un ser consciente,
errante,
irreparable.
Sé como llora el fuego,
le he visto arrasar bosques
ante la impotencia del hombre,
con sólo un desaire,
con un simple gesto,
vierte su llanto en la tierra;
no entiende de vida
lo que nunca está muerto.
También sé como llora el cielo
elegante, dorado de estrellas,
incansables, haciéndole siempre bello.
Al cielo azulado y tristón,
a ese cielo desbocado a la intemperie,
se le contempla
como a un perro abandonado
del que uno entiende su belleza
pero no conoce su pasado.
Sufre el mar cuando duele
porque acuna su vida en la rabia,
se mecen a merced del que los baña,
vayan donde vayan
el mar es su tumba,
el mar es su casa.
La herida es la tumba,
la herida es la casa.
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